La paradoja de Pharox

© Joel Aguilozi, 2017

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hacemos, deseamos erróneamente cambios que no se produjeron, y
nos preguntamos ¿Y si hubiese hecho esto? ¿Cómo sería mi vida?,
¿Si hubiese terminado la universidad? ¿O hubiese ganado más
dinero? Las paradojas existen, muchos las ignoramos, y para
algunos pueden transformarse en una realidad más que desastrosa

Buenos Aires. Marzo de 2017.

La Paradoja de Pharox

Félix se levantó como cualquier día, a las seis de la mañana. Desayunó pan tostado con mermelada de frambuesas. Hacía más de un año que deseaba un cambio para su vida, rutinaria, aburrida, según él cansado de todo, de la oficina, de la actividad física, de su novia. Pensó en algunos hechos y en su pensamiento los cambió por otros en el momento en que la cuchara caía al piso generando un insoportable sonido. Se sintió mareado, caminó al baño, notó que la foto de su madre sobre la cómoda, tenía un agujero, eso no era normal.

Entró al baño y todo estaba en orden, pero al salir la realidad era otra. No sabía dónde estaba. No era su habitación. Se asustó, “me han secuestrado y me han drogado” fue lo primero que pensó. Miró a su alrededor. Miró la foto de su madre donde se leía “nunca te olvidaré” era su letra, sin embargo no recordó haberlo escrito. Asustado llamó a casa de su madre, ¿número equivocado? Su departamento se veía distinto, no parecía el mismo, era más lujoso, elegante, ordenado. Confundido salió a la calle. El edificio donde vivía, también era diferente, como las calles, y la ciudad toda. No sabía dónde estaba, que año era, y que hacia ahí; preguntó para informarse y lo miraban como a un “loco” Por fin alguien le dijo que era el año 2040 y estaba en la ciudad de “Aires de Omega”. Cada vez más confundido, llegó a pensar que podía estar soñando. Usó todo los recursos para tratar de despertarse y fue inútil.

¿Como podía ser el año 2040?,¿acaso viajo en el tiempo?, no podía ser cierto. Intentó ordenar su cabeza, ¿qué había hecho para producir este cambio? ¿Su madre no existía en este mundo? O podía ser que… Llamó a su novia, y nadie lo atendió. Abrió la ducha; quizás un baño lo despejaría El teléfono sonó, dudaba en atender, pero levantó el tubo. Era un tal Alfredo que dijo ser su “psiquiatra”. Félix cada vez más confundido, preguntó por su madre, y del otro lado escuchó una expresión de decepción, seguida de: –La medicación no está funcionando, véame mañana en mi consultorio. –Pero… ¿por qué? –Preguntó Félix exaltado. Alguien que me explique. Alfredo calló por unos segundos, luego dijo: –Félix tu madre murió hace más de diez años.

Y fue ahí cuando la cabeza de Félix hizo un clic y luego explotó…literalmente…Al parecer los cambios que deseó, funcionaron de tal forma que construyeron un nuevo mundo de pesadillas, como un juego diabólico. En su mente, como un flash aparecía una cuchara cayendo. Intentó volver a repetir la secuencia para tratar de entender estos hechos tan desastrosos que constituían ahora ese presente. La luz del sol volvió a alumbrar con fuerza cegadora. Abrió los ojos y su habitación, volvió a cambiar; esta vez era un desastre; un completo desastre, desgastada, maltratada.

Las fotos corroídas por el hongo de las paredes, parecían un triste reflejo de su pasado. Alguien tocó la puerta, era el conserje. Vio sus cuernos y apariencia demoníaca. Y por fin comprendió todo. –Fuiste tú –le dijo.

–Te equivocas Félix, tú fuiste capaz de cambiar las realidades, algo que los demonios no podemos hacer, salvo yo, claro, te utilizamos, para contradecir las leyes de la naturaleza.

No sabía que pensar. ¿Se estaría volviendo loco? ¿Y si huía?, ¿Pero de qué?, ¿De quién? Era probable que lo que estaba pasando fuera una alucinación, sin embargo hacía ya mucho tiempo que había dejado el porro. Pensó una forma de no contradecir a la naturaleza, e intentó borrar al demonio que lo estaba usando como trapo de piso para divertirse un rato. Pensaba que eso arreglaría todo. Sin embargo, esa realidad volvió a cambiar y esta vez se encontraba en el mismísimo infierno, ¿por qué? se preguntó. Eliminar a ese demonio significaba volver a la normalidad, pero se equivocaba.

–No puedes eliminar a alguien superior a ti –le dijo Pharox.

Demonio controlador del tiempo y el espacio– Ese atrevimiento puede convertir tu mundo en un verdadero tormento.

Un sonido aterrador desvió su atención. Por la ventana alcanzó a ver el vuelo de una horrenda criatura El cielo estaba cubierto de ellas ¿Acaso Félix había causado el fin del mundo?

Lloró de impotencia y desesperación. Escapó. En las calles halló lo que buscaba; una realidad diferente pero no deseada; el deseo de su ansiedad por ser algo que no era lo había llevado hasta ese límite. De repente los demonios lo seguían a todas partes. Vagó por el mundo, solo, rodeado de espantosas criaturas. De pronto apareció Pharox. – ¿No te parece hermoso el paisaje? –preguntó. La humanidad había terminado, era su culpa, no había dudas. Luego de caminar por un largo tiempo empezó a acostumbrarse a ese mundo hasta que esa realidad también se desvaneció. Entendió cuál era su verdadero poder; el de cambiar su karma con el pensamiento. Y así Félix se dio cuenta que los deseos nos condenan a nuestro propio destino. –Aunque no me hayas respondido te perdono, porque veo que estas en un momento de reflexión –le dijo Pharox apareciendo de la nada nuevamente.

Félix caminó al infierno ahora situado en la tierra, las paradojas empeoraban cada vez. Su casa, su habitación eran cosa del pasado, ahora pertenecían a otro mundo, que después de todo no le desagradaba tanto.

Algo peculiar era que no sentía culpa, la misma que nos carcome la cabeza cuando creemos que somos culpables de todo lo que nos rodea, ¿y lo somos? Pharox cansado ya de divertirse con Félix le propuso un juego macabro, imaginar la peor realidad; lo más catastrófico para ambos. A pesar de que recién conocía sus poderes Félix aceptó el desafío, jugarían con la imaginación hasta hallar el punto más débil de cada uno. El premio para Félix sería volver a la realidad; a su mundo, el que conocía. Y Pharox se quedaría con el alma de Félix y sus poderes para ser un ente completo.

– ¿A qué te refieres con eso de convertirte en un ser completo? –Preguntó Félix quien ya saboreaba la victoria.

Pharox prendió su pipa que emitía un humo extraño, de olor nauseabundo, mientras le explicaba a Félix que él era su otra mitad; y que una vez completo gobernaría los infiernos y la tierra. Pero basta de palabras. El juego debía comenzar.

Se sentaron en una mesa redonda con grabados extraños, que a Félix le resultaban familiares. Los dos imaginarían la pesadilla perfecta para el otro. Comenzó Pharox. Félix de repente se encontró en un mundo rodeado únicamente por la oscuridad, y una luz carmesí que le indicaba el camino a seguir. Avanzó confiando en su instinto. Nada lo asustaba. –Pensé que el peor temor de los seres humanos era la soledad y la oscuridad –dijo Pharox fumando de su pipa. No para Félix, quien logró desvanecer esa pesadilla. Volvieron al tablero imaginario, era el turno de Félix. Imaginó un templo, una iglesia, Pharox río a carcajadas –Eso no asusta a nadie, mi querido Félix, es más, te invito a fumar conmigo el musgo del infierno antes de que pierdas. El mundo que proyectó Pharox para Félix era una realidad

donde los demonios cometían las peores atrocidades, que se potenciaban por el humo que invadía su cerebro hasta el punto de hacerle creer que enloquecería. Sin embargo fue más fuerte de lo que su adversario creía y logró dominar su mente.

Cuando Pharox notó que el musgo de su pipa se había terminado, le propuso a Félix que lo acompañara hasta la orilla de los ríos del infierno donde crecían. “Quizás esa era la razón” de ese olor tan nauseabundo. Por el camino hablaron de todo lo que la humanidad paso hasta el fin de sus días. Poco a poco y a pesar de ser rivales se fueron haciendo amigos. Se sentaron sobre un risco y juntos fumaron más de la cuenta.

El recreo había terminado. El juego tenía que continuar. Volvieron al tablero; el ángel oscuro que lo cuidaba desapareció. ¿Por dónde estábamos? –dijo Félix. Creo que es mi turno. –Si te toca –contestó Pharox. – Félix imaginó lo peor para un demonio; el mismo cielo.

Llevó a Pharox a un lugar lleno de ángeles y luces doradas que resplandecían. Pharox sintió temor, y por primera vez intentó buscar la salida lo más rápido posible; ese mundo de ángeles y seres de luz martillaban su mente con cantos y alabanzas.

Mientras el tiempo de Félix expiraba, Pharox previó su propia destrucción, cuando los lamentos desgarradores del infierno por poco destruyen sus oídos, ¿no era que resultaba un canto angelical para él? Pharox sintió el frío que palpitan los seres humanos cuando se enfrentan a un ser del más allá. Su turno llegó. Si la oscuridad no asustaba a Félix, ¿qué le quedaba por hacer? No pudo crear ninguna realidad. Se sintió derrotado. Félix se compadeció de él y dejó pasar su turno, ¿realmente se compadeció? ¿O por primera vez un humano estaba torturando a un demonio?, ¿será que el humano es más destructivo que el mismo Lucifer?

– No te pases de listo –le advirtió Pharox. Y lo invitó a continuar. Otra vez era su turno, le mostraría a Félix un mundo donde sus seres queridos eran asesinados de la peor forma; y así lo hizo hasta que Félix volvió a sonreír, tanto que largo una carcajada. –Creo que por primera vez alguien te ha puesto nervioso, ¿no es así? Pharox enojado consigo mismo; se levantó de la mesa y pidió dos minutos, debía aclarar su mente o la desesperación lo volvería loco. No cabían dudas los roles estaban cambiados, un ser humano le estaba causando terror a un demonio. Félix se acercó a él, y le propuso dejar su orgullo de lado, terminar con el juego y que el mundo volviera la normalidad. Pharox estremeció la tierra con un grito desgarrador y le advirtió no subestimarlo.

Cuando se tranquilizó y pudo pensar, se dio cuenta de que lo que había creído hasta el momento sobre Félix era un error; no era su otra mitad, sino alguien, ¿tal vez un elegido, o un ángel? Si Pharox se daba por vencido sería su final no solo en el infierno que planeaba construir en la tierra para traicionar a Lucifer.

Cerró los ojos y fumó más musgo infernal tratando de no su- cumbir al nerviosismo, y sintió como la toxica nube penetraba su ser.

Al abrirlos se encontró en la habitación de Félix; donde todo comenzó, Pharox, sabía que esta era otra trampa de ese humano imbécil, además, ¿que podía causarle a un demonio de mayor rango el mundo humano? Para su desgracia lo peor para Pharox estaba por venir. – “Los humanos no pueden asustarme” –se dijo a sí mismo cuando salió del departamento, pero nadie notaba su presencia, puesto que para la sociedad era como un fantasma, no lo veían.

Experimentó en carne propia la desgracia de la soledad, de que nadie notara su presencia, de que nadie siquiera le hablara y para peor aún ya no podía volver la tierra infernal y seguir con el juego para ganarlo y salir de ese infierno que era el mundo humano. Asustado más de lo común, trató de recordar cómo entró a ese mundo tan espantoso, y su recuerdo le marcó el momento en que su pipa empezaba a humear. ¿Era una pesadilla, o Félix el culpable? Otro tormento del mundo humano se hizo presente, la duda. No logrando encontrar la solución a su problema vagó por el mundo atormentado por la duda.

Odió más al ser humano; más aún desde que se sintió humillado por uno de ellos. Se dirigió a la mesa; ahí lo esperaba Félix, su peor pesadilla. –Solo te dejaré ganar con una condición –dijo Pharox. – ¿Cuál? – Saber quién eres realmente. Félix aceptó la condición pero todavía no podía develarle la verdad. Le sugirió tranquilizar sus nervios puesto que lo peor para Pharox aun no llegaba.

Primero le recomendó contarle la verdad, y que le explicara el por qué había creado ese infierno en la tierra. Pharox le explicó que su propósito era usarlo para traicionar a Lucifer; y desterrarlo.

–Ese fue tu peor error –le dijo Félix sonriendo mientras desplegaba un potencial jamás visto de luces multicolores.

El mundo se pobló de demonios. Ahora el infierno había aumentado sus fuerzas gracias a que el plan de Pharox fracasó; otra trampa más de Félix, un ser capaz de engañar hasta los mismos santos.

–Game Over, caíste en nuestra trampa. –Espera, ¿qué vas a hacer conmigo? –dijo Pharox. –Te vamos a desterrar a la paradoja donde el mundo sigue

funcionando; donde tú perteneces. Estabas causando muchos problemas tanto para el bien como el mal, – ¡Espera!… ¡Piedad! –Adiós Pharox. Fue divertido jugar contigo. Así Pharox empezó a desintegrarse por completo. Ahora su peor castigo sería reencarnar en el mundo humano. Todo en esa realidad se transformó en fortalezas del mal, el sueño de Félix estaba cumplido. Pero aun no sabíamos su verdadero, nombre. Félix acomodó sus alas y se dirigió al palacio de su amo Lucifer. Mientras caminaba fumaba el musgo y el cantar de los demonios le causaba risa.

El palacio abrió sus inmensas puertas, las preguntas no dejaban de cesar en la mente atormentada de Pharox quien ahora reencarnado en ser humano continuaba preguntándose ¿Quién era realmente Félix? ¿Cómo pudo vivir en el mundo humano y no ser afectado si es un demonio? Ataviado con una túnica negra, Lucifer esperaba por él, – Buen trabajo Judas, le dijo –demonio maestro de la mentira, el engaño y la traición –Félix rio, al fin había dejado el pasado atrás… para siempre…